martes, 1 de abril de 2014

Suena demasiado bien

Dejarse llevar y que la corriente me arrastres a aguas desconocidas, a aguas frias, a aguas vivas. Aguas que llevan tu nombre, tu sabor y, como no, tu olor. Dejarse llevar y que ese agua cristalina y segura se convierta en turbia y peligrosa pero tentadora. Dejarse llevar y naufragar, naufragar por culpa de tu cuerpo. Porque por él yo perdería de vista el norte,  perdería de vista incluso el mío, porque por besar cada centímetro de tu ser, por saborearte hasta saciarme, me hundiría. Pero bendito naufragio y bendito iceberg sería. Bendito cuerpo que calmaría el mío, bendita boca que haría maravillas en mi piel y benditas manos que me sentarían tan bien. Dejarse llevar y convertirse en un naufrago de tu cama, de tu cuerpo, de ti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario